Hoy sábado es un día muy importante para las 26 candidatas a Señorita Colombia. La entrevista con el jurado. La respuesta a las preguntas darán más puntos a las mujeres que esperan el próximo lunes , ser la nueva soberana de los colombianos.
Intregrado por cuatro exreinas, Andrea Noceti Gómez ,Catherine Daza Manchola, Melissa Varón Ballesteros y Sofía Osío Luna, el jurado desde muy temprano se ha reunido con las candidatas, la ventaja es que quienes preguntan ya hicieron este ejercicio y saben la importancia de este dialogo.
Esta es la segunda vez que el jurado es integrado por mujeres que conocen el rigor, la responsabilidad, la disciplina y el significado de portar la corona, y asumen la responsabilidad de decidir quién será la próxima señorita Colombia.
El Concurso Nacional de Belleza (CNB), celebrado anualmente en la histórica ciudad de Cartagena de Indias, ha trascendido de un certamen de belleza para consolidarse como un auténtico fenómeno sociocultural y un pilar de la identidad festiva de Colombia.
Desde su creación, el evento ha funcionado como un espejo de las aspiraciones nacionales y un catalizador del orgullo regional, reuniendo a las delegadas de los distintos departamentos en un despliegue de tradición, elegancia y alta exposición mediática. La elección de la Señorita Colombia ha sido un asunto de interés público con un hilo narrativo que todos los meses de noviembre entrega la ilusión de una corona.
En sus 91 años el Concurso Nacional de Belleza, es mas que belleza. El aporte social del CNB al país se manifiesta a través de su plataforma de apoyo a causas benéficas. Utiliza su visibilidad para promover programas de salud, educación y asistencia a comunidades vulnerables, convirtiendo la corona en una herramienta de gestión social y filantropía.
Ver esta publicación en Instagram
La figura de Raymundo Angulo Pinedo es indisoluble de la historia reciente del Concurso Nacional de Belleza. Como presidente de la corporación durante décadas, Angulo fue el arquitecto que modernizó y cimentó el certamen, dotándolo de su actual prestigio y rigor organizacional.
Su visión estratégica y su gestión meticulosa fueron claves no solo en la administración del concurso, sino que cultiva el espíritu de las candidatas, asegurando que la representación de Colombia ante el mundo es de de excelencia, respeto y compromiso social.
Las candidatas que concurren al certamen son la unión de la belleza integral y la inteligencia preparada. Lejos del estereotipo superficial, la moderna aspirante a Señorita Colombia es una profesional, estudiante o activista con una formación académica sólida, dominio de idiomas y una clara visión sobre los asuntos públicos.
Su preparación intensiva abarca no solo el modelaje y la oratoria, sino también el conocimiento geopolítico y cultural de su nación, demostrando que la elegancia física es complementaria a una mente aguda y una personalidad resiliente. Esta dualidad de belleza e intelecto proyecta una imagen de la mujer colombiana moderna: capaz, influyente y comprometida con el desarrollo de su entorno, transformando el concurso en una vitrina de talento femenino integral.
El lunes en la noche se conocerá la Señorita Colombia 2025, ,investida con una popularidad instantánea, se transformará en una embajadora que canaliza recursos y atención hacia problemáticas apremiantes. Este rol de vocera social subraya la importancia del certamen como un mecanismo estructurado que, si bien se origina en el espectáculo, genera un impacto concreto en el tejido social colombiano, reafirmando que la belleza debe ir de la mano con el compromiso cívico y humanitario.
El CNB se ha convertido, sin reservas, en un ícono cultural de Colombia, una tradición que marca el ritmo anual, especialmente en noviembre. Su influencia se extiende al turismo, al sector textil y de la moda, y a la promoción de la imagen del país a nivel internacional. El certamen es un motor económico para Cartagena y un punto de encuentro para personalidades del ámbito político, empresarial y artístico. Su longevidad y la pasión que despierta lo dotan de una relevancia simbólica que pocos eventos pueden igualar, cimentando su lugar como una de las manifestaciones más distintivas y populares de la idiosincrasia colombiana.











