En los últimos años las criptomonedas han emergido como un fenómeno financiero de gran envergadura, alterando significativamente el panorama económico global.

Con un sistema digital de transacciones que utiliza tecnología blockchain, las criptomonedas funcionan como una cadena de bloques que registra y verifica las transferencias de valor de manera descentralizada. Permiten transferencias globales rápidas sin intermediarios financieros. 

Tal como ocurre con las monedas físicas internacionales, todas tienen una tasa de conversión, la más conocida y mejor evaluada en el mundo es el Bitcoin, que en la actualidad  vale aproximadamente $26.000 dólares.

Su oferta limitada y la volatilidad de los precios son características notables de este sistema. Los inversores deben estar preparados para fluctuaciones drásticas en los precios.

Hoy día las que lideran el mercado son Bitcoin, ethereum y BNB, y en los últimos meses han mostrado variaciones controladas. Hasta agosto tuvieron un cambio menor del 2%.

Dicha volatilidad puede influir en la confianza de los inversores y en la capacidad de las criptomonedas para funcionar como un medio estable de intercambio. 

Las variaciones extremas pueden tener implicaciones en la toma de decisiones financieras, ya que los inversores pueden enfrentar riesgos considerables al mantener activos en criptomonedas. Sin embargo, algunos argumentan que esta volatilidad también puede presentar oportunidades de inversión.

En regiones con monedas inestables o restricciones financieras, las criptomonedas se han convertido en una alternativa atractiva. Países como Venezuela han experimentado un aumento en el uso de criptomonedas como Bitcoin para eludir la hiperinflación.

En el caso de Colombia, hay más de 500 sitios donde es permitido pagar con criptodivisas, ocupando el puesto 14 entre 26 países de adopción de criptomonedas, según un informe de Finder.