- El Grupo EPM no es un inversionista ocasional ni un simple visitante: es un gestor estratégico del sector energético nacional. Tiene historia, credibilidad y compromiso
Ricardo José Arango Restrepo no es un desconocido en los círculos empresariales del Grupo Empresas Públicas de Medellín. Con una sólida formación académica , este economista con varias especializaciones, es el nuevo gerente general de Afinia, filial del Grupo EPM. Tiene experiencia dentro del Grupo de, donde ha ocupado diferentes posiciones como vicepresidente de Talento Humano y Tecnología. Se destaca en su experiencia profesional su rol como gerente Local del “Seventh Session of The World Urban Forum ONU-Habitat.
Arango ha desarrollado una carrera marcada por su compromiso con la transparencia, la sostenibilidad y el desarrollo estratégico. Actualmente al frente de AFINIA, asumió las riendas de una empresa compleja, tanto desde el punto de vista financiero como sindical.
Es un gerente sencillo, directo y con profundo conocimiento del sector energético. Antes de comenzar la entrevista, hizo una interesante referencia a un documento de la Universidad EAFIT que recoge parte de la historia de la electricidad en la región Caribe. Según explicó, ciudades como Barranquilla disfrutaron del alumbrado eléctrico desde finales del siglo XIX.
“En 1892 —recordó—, comenzó a funcionar en Barranquilla una planta de vapor alimentada con carbón importado, encargada de proveer energía para el alumbrado público y para iluminar cerca de trescientas viviendas. En Santa Marta, el servicio eléctrico inició formalmente en 1893. Otras ciudades importantes del Caribe, como Ciénaga, Ricaurte (conocida popularmente como Richacha), Mompox y Magangué, también accedieron al alumbrado eléctrico durante las primeras dos décadas del siglo XX”.
Sin embargo, estas empresas locales enfrentaron grandes dificultades: “Producían energía a costos muy altos por su dependencia del carbón importado y no contaron con los recursos necesarios para expandir sus instalaciones a tiempo. Finalmente, fueron adquiridas en la década de 1930 por la Compañía Colombiana de Electricidad, lo que marcó el inicio de una gestión más centralizada y eficiente del servicio”.
Mientras habla, Arango tiene la costumbre de acompañar sus palabras con gráficos realizados a mano sobre hojas de papel. Al iniciar la conversación, dejó clara su visión con una frase que resume su actitud frente a los retos actuales: “Estamos pasando por los dolorosos, como decías… las verdes. Pero aquí vale la pena todo esto. El Grupo EPM no es un inversionista ocasional ni un simple visitante: es un gestor estratégico del sector energético nacional. Tiene historia, credibilidad y compromiso. Empecemos la entrevista”.
¿Qué es AFINIA y cuál es su alcance territorial?
Es una empresa de distribución de energía eléctrica que opera en cuatro departamentos del Caribe colombiano: Sucre, Bolívar, Córdoba y César, además de 11 municipios del sur del Magdalena. Cubre una extensión de aproximadamente 83 000 kilómetros cuadrados, lo que la convierte en una de las distribuidoras más grandes del país. Atiende a cerca de 6,5 millones de habitantes, con un total de 1,82 millones de clientes, lo que representa alrededor del 12% del mercado nacional de electricidad.
Usted tiene experiencia en procesos de negociación. ¿Por qué considera que deben basarse en principios?
Esta no es la primera negociación en la que participo, ni mucho menos. He tenido la oportunidad de liderar muchos otros procesos. Pero siempre parto de una premisa fundamental: la realidad empresarial . Si uno no reconoce esa realidad, sino que se aferra a ideales o deseos, terminamos firmando acuerdos insostenibles.
Lo primero que hago es presentar claramente la situación real de la empresa. No oculto nada, no maquillo cifras. Porque si no somos honestos desde el comienzo, cualquier acuerdo alcanzado corre el riesgo de fracasar. Y eso no beneficia a nadie.
Hablemos de los sindicatos. ¿Cuántos hay actualmente dentro de AFINIA?
Hay un único sindicato: Sintracol. Lo que sucede es que, por cuestiones internas de organización sindical —probablemente motivadas por intereses políticos locales—, se han creado cinco sub directivas regionales: una en Bolívar, otra en César, otra en Magangué, otra en Córdoba y otra en Sucre.
Esto no significa que haya cinco sindicatos distintos. Es un solo sindicato con cinco representaciones territoriales. Pero es importante reconocer que esto puede generar dinámicas internas complejas, que no necesariamente reflejan la unidad corporativa del movimiento sindical.
¿Cómo se inició el proceso de negociación colectiva?
El proceso comenzó formalmente el 17 de febrero, cuando recibimos el pliego de peticiones del sindicato. Nos sentamos todos juntos en una mesa donde estaban representados los líderes de cada una de las cinco sub directivas.
Inicialmente, pretendíamos trabajar en una sola mesa, pero fue el propio sindicato quien solicitó dividirse en dos grupos. Uno conformado por la subdirectiva de Bolívar, y otro integrado por las otras cuatro. Aceptamos la solicitud y comenzamos simultáneamente las conversaciones en ambas mesas, bajo iguales condiciones y con el mismo nivel de respeto y transparencia.
¿Cuál ha sido el avance en estas negociaciones?
En la mesa de Bolívar, las cosas fluyeron bastante bien. Hubo momentos duros, claro que sí. En toda negociación hay puntos críticos, donde debes decidir qué priorizar y qué ceder. Pero logramos construir un acuerdo colectivo que benefició a cerca de 369 funcionarios que anteriormente no tenían acceso a ciertos beneficios laborales.
Fue un acuerdo justo, sostenible y, sobre todo, positivo para los trabajadores y para la empresa. En una buena negociación, todos ganan.
Sin embargo, en la otra mesa, donde están las restantes subdirectivas, aún persisten obstáculos. Hay un ruido constante que impide avanzar hacia un acuerdo definitivo.
¿Y qué pasa si no se llega a un acuerdo? ¿Se puede declarar huelga en AFINIA?
No, porque estamos hablando de una empresa de servicios públicos esenciales. La Constitución Política de Colombia, así como el Código Sustantivo del Trabajo, prohíben expresamente las huelgas en estos sectores. En lugar de eso, existe un mecanismo legal: el Tribunal de Arbitramento.
Si no logramos resolver el conflicto mediante negociación, el caso será elevado automáticamente a un tribunal arbitral, cuyo laudo tendrá carácter vinculante. Esto garantiza que el conflicto se resuelva sin afectar la continuidad del servicio público.
Algunos líderes sindicales han cuestionado los estados financieros de AFINIA. ¿Cómo responde a eso?
Nosotros hemos entregado toda la información financiera de la empresa. Si hubiese alguna falsedad, ya estaríamos bajo investigación de varias entidades: Superintendencia de Sociedades, Superintendencia de Servicios Públicos, Contraloría, Procuraduría e incluso la Fiscalía. Todas ellas tienen presencia activa en nuestro sector.
La Superintendencia de Servicios Públicos, por ejemplo, realizó una auditoría profunda de nuestra operación. Así que pregúntese usted: ¿cómo pueden decir que estamos mintiendo?
¿Ha contado con apoyo del Estado en este proceso?
Sí, y lo seguimos requiriendo. Necesitamos que el Ministerio del Trabajo actúe como mediador imparcial. El propósito del Grupo EPM siempre ha sido resolver los conflictos laborales de manera amigable, transparente y constructiva. Nunca buscamos llegar a confrontaciones. Pero sin mediación externa efectiva, resulta difícil avanzar en algunos casos.
Las finanzas de AFINIA son delicadas. ¿Podría explicarnos brevemente la situación?
Terminamos el año pasado con una pérdida significativa. Para solventar la crisis de liquidez, el Grupo EPM y AFINIA firmamos el 18 de diciembre de 2024 un contrato de crédito intercompañía por $1,145,000 millones, con un plazo de cinco años, prepagable con el recaudo de subsidios y opciones tarifarias.
Además, enfrentamos problemas estructurales: una cartera vencida cercana a los $5 billones, pérdidas de energía del 28,4%, un recaudo del 77,85% y deudas con entidades oficiales superiores a los $350 mil millones.
A pesar de ello, mantenemos el pago puntual de salarios, prestaciones sociales y beneficios extralegales. Nuestra nómina mensual supera los $7.355 millones.
Entre los beneficios vigentes destacan préstamos de vivienda ampliados, auxilios educativos, primas extralegales (junio, diciembre y vacaciones), bonos de consumo (Bigpass), entre otros.
¿Fue una decisión difícil venir a dirigir AFINIA en medio de esta crisis?
Así es. Al asumir este cargo, dejé atrás otra posición importante dentro del Grupo EPM. Pero valió la pena. Aquí estamos pasando por momentos difíciles, “las verdes”, como decimos coloquialmente. Pero estoy convencido de que vale la pena todo el esfuerzo.
El Grupo EPM no es un inversionista ocasional ni un visitante. Somos gestores estratégicos del sector energético nacional. Tenemos historia, tenemos credibilidad y, sobre todo, tenemos vocación de servicio público.
¿Cómo evalúa la complejidad de su trabajo hasta ahora?
Es un negocio extremadamente duro. Pero también es un proyecto de largo plazo. Estamos apostando por el futuro de la región Caribe, que es una de las zonas con mayor potencial económico del país. Ciudades como Barranquilla, Cartagena, Santa Marta, Valledupar y Montería serán protagonistas en la transición energética hacia fuentes renovables.
Este es un reto grande, pero también es una oportunidad histórica. Y mientras haya voluntad, transparencia y trabajo conjunto, estoy seguro de que saldremos adelante.