La bolsa colombiana está en rojo y se disparan las alarmas en el mercado financiero colombiano ante la posibilidad de no ser considerado un mercado emergente.

El índice Colcap, que refleja las variaciones en los precios de las acciones más líquidas de la Bolsa de Valores colombiana, inició septiembre reportando la disminución más pronunciada en tres años y la mayoría de empresas colombianas que cotizan experimentaron retrocesos significativos.

Un informe emitido por JP Morgan causó revuelo en el sector, pues plantea la posibilidad de que el Índice MSCI Colcap, que actualmente categoriza a Colombia como un mercado emergente, podría ser reclasificado como un mercado de frontera. 

“No vemos grandes impulsores positivos para las acciones colombianas: un escenario macro poco atractivo y un panorama político incierto nos mantienen al margen”, dice el informe.

Por su parte, el Ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, dice que esta situación no debería sorprender a nadie, ya que Colombia ha luchado históricamente por desarrollar un mercado de capitales sólido. Argumentó que la Bolsa colombiana carece de diversidad y liquidez, con pocas empresas cotizadas y una bursatilidad limitada. 

“Colombia desde hace medio siglo está diciendo que no hay mercado de capitales. Sólo hay, máximo, 120 empresas que han estado en la bolsa, y en alta bursatilidad no pasa de 10. Lo que nos están diciendo es: en Colombia hay una debilidad estructural y lo único que se tranza favorablemente son los papeles de renta fija”, sostuvo el ministro.

¿Por qué la posibilidad de una reclasificación preocupa tanto al mercado?

La posibilidad de que el país sea catalogado como economía de frontera genera preocupación porque nos estaríamos refiriendo a un mercado financiero en una etapa de desarrollo menos avanzada, en comparación con los mercados desarrollados. 

Estos mercados suelen caracterizarse por tener menos liquidez, regulaciones menos evolucionadas y un acceso limitado a la inversión extranjera en comparación con las economías más avanzadas. 

Si Colombia experimenta esta reclasificación, se enfrentaría a implicaciones significativas. Podría encontrar dificultades para atraer inversiones extranjeras y acceder a los mercados financieros internacionales, lo que podría impactar en la financiación de proyectos y el crecimiento económico. 

Además de perder visibilidad para los inversores internacionales, lo que haría que el país fuera menos atractivo para la inversión extranjera, también existe la posibilidad de desencadenar salidas de capital, aumentar los costos de financiamiento para el gobierno y las empresas colombianas, y representar un desafío para el crecimiento económico a largo plazo.